Greenpeace denuncia que en España se fabrican bombas de racimo

  

Imagen tomada de la web de Greenpeace (exposición "La vida bajo bombas"

España es uno de los países que posee y produce
bombas de racimo. Varias empresas de nuestro país las fabrican, aunque
la falta de transparencia en el comercio español de armamento hace
imposible saber a dónde las venden. Además, el ejército español, según
reconoció el ministerio de Defensa, tiene un arsenal limitado de este
tipo de armas.

Actualmente está en marcha un proceso, liderado
por el gobierno noruego, que tiene como objetivo de lograr un Tratado
internacional de prohibición de las bombas de racimo. Hasta el momento
se han celebrado dos reuniones, en Oslo y Lima, y 68 gobiernos han
firmado la declaración final, en la que se comprometen a lograr este
Tratado en el año 2008.

"Es necesaria una legislación que evite
que estas armas sigan causando víctimas inocentes. El Gobierno español
tiene ahora la oportunidad de demostrar su compromiso con la paz,
prohibiendo la fabricación, venta, almacenamiento y uso de bombas de
racimo en territorio español, y apoyando de forma clara el proceso
impulsado por Noruega para lograr su prohibición internacional. No
quedarse sólo en buenas intenciones, sino en hechos", declaró Juan
López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España. 

Se ha
documentado la utilización de bombas de racimo por fuerzas militares de
los países de la OTAN, Estados Unidos o Israel. Desde los años 60 se
han usado en distintos conflictos, como por ejemplo: Líbano, Irak,
Afganistán, Kosovo, Laos o Vietnam. Sólo en el Líbano se calcula que
tras la guerra del pasado verano, quedaron un millón de submuniciones
sin detonar.

Una bomba de racimo está formada por una bomba
“contenedor” que puede ser lanzada desde tierra, mar o aire y que, al
abrirse durante la trayectoria, expulsa cientos de submuniciones que se
dispersan por amplias superficies. En teoría, estallan cuando alcanzan
el suelo, pero esto no siempre es así.

Actúan de forma
indiscriminada, no distinguen entre blancos civiles y militares y, por
sus altas tasas de error, siguen causando muertos y heridos mucho
tiempo después de que acabe un conflicto. Afectan sobre todo a la
población civil, que son el 98% de sus víctimas. En especial los niños,
que son atraídos por sus colores y formas llamativas.

“Con este
ciclo queremos mostrar las consecuencias que estas armas provocan en
víctimas inocentes ya que no matan sólo durante los conflictos sino
mucho tiempo después. Entre el 5% y el 30% de las municiones no
estallan y quedan dispersas sobre el territorio, actuando como si
fueran minas antipersonales. – declaró Mabel González, responsable de
la campaña de Desarme. – “No podemos dar la espalda a una situación que
sufren millones de personas en el mundo. Hombres mujeres y niños
mueren, resultan heridos o mutilados y sus tierras quedan contaminadas.
Debemos acabar con esta amenaza".

— Greenpeace

Mas información:  http://www.greenpeace.org

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